domingo, 19 de abril de 2015

Parejas complejas, 10

 
Hay un dicho que afirma “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y que a mí me parece una verdad universal, que se puede aplicar a cualquier época y a cualquier ciencia.  
La lingüística, como ciencia que es, también adelanta, se perfecciona y avanza. Cada día aumentan los conocimientos sobre el funcionamiento del lenguaje y los mecanismos internos de los idiomas; sobre las áreas y las funciones cerebrales relacionadas con el lenguaje, etc.
Pero hay algo que sigue dando dolor de cabeza y desesperación a los lingüistas más reputados, a los científicos más expertos y a los filólogos más eruditos. Me refiero, claro está, a ese fenómeno lingüístico que se manifiesta en lo que aquí llamamos parejas complejas, y que se define técnicamente como “la mala idea” de las palabras. Otros, más indulgentes, lo consideran como algo más lúdico, y se refieren a ello como “el carácter juguetón” de las palabras.

Ya hemos hablado aquí en muchas ocasiones de este asunto y, se considere mala idea o se considere travesura, lo cierto es que este fenómeno tiene, para el hablante que lo sufre, perniciosas consecuencias: necesidad urgente de consultar un diccionario, bochorno, sonrojo, deseos de ser tragado por la tierra, etc.
Nosotros traemos aquí de vez en cuando algunas de esas palabras pérfidas y alevosas, para desenmascararlas, para revelar su doble y traicionera identidad, en un humilde afán de contribuir a evitar situaciones como las antedichas. Y las parejas complejas que hemos capturado en esta ocasión son las siguientes:
 
1. perífrasis y paráfrasis:
Gemelas casi idénticas, estas dos palabras, además de tener unos rasgos físicos muy similares, tienen el peligro añadido de que se usan en los mismos contextos, ya que los significados de ambas se relacionan con la expresión oral o escrita.
 
La perífrasis es un circunloquio, o sea, lo contrario de ir al grano; es utilizar más palabras de las necesarias para decir algo que se podría expresar de manera más breve. Se da mucho entre personas que gustan de dar a su discurso un aire rimbombante, deseosos de sentirse poetas por un rato:
 
Ejemplo: La policía ha detenido a cuatro individuos que robaban en gasolineras.
 
Perífrasis: Agentes del cuerpo de policía han procedido a la detención de cuatro individuos  que perpetraban robos en estaciones de servicio.
 
La paráfrasis, por su parte, tiene dos acepciones. Por un lado, es la imitación de una frase conocida, manteniendo su estructura pero con palabras diferentes:
 
Ejemplo: Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Paráfrasis: Más sabe el diablo por Google que por diablo.
 
Y por otro lado, la paráfrasis es también una reformulación de un texto determinado, para hacerlo más comprensible:
 

Ejemplo: la confusio linguarum nació del desajuste entre lenguaje gestual y lenguaje hablado (Umberto Eco. La búsqueda de la lengua perfecta.)
 
Paráfrasis: la confusión de las lenguas se produjo por las diferencias entre el lenguaje de gestos y el lenguaje hablado.
 
Aunque aquí  me surge una duda: si perífrasis es utilizar más palabras de las necesarias y paráfrasis es la modificación de un texto para hacerlo más comprensible, entonces ese texto más comprensible ¿será la paráfrasis de una perífrasis?
 
Veamos otra pareja compleja:
 
2. apóstrofe y apóstrofo
 
El apóstrofe,  o invocación, es una figura literaria que consiste en expresarse, a modo de discurso, dirigiéndose a alguien, incluso a uno mismo, o a algo.
 
Ejemplo:  Ay, mísero de mí, ay, infelice / apurar, cielos, pretendo / ya que me tratáis así /qué delito cometí / contra vosotros, naciendo. (Calderón de la Barca. La vida es sueño).
 
El apóstrofo, en cambio, es un signo ortográfico, una comilla simple (‘) que indica la supresión de letras o palabras. Al contrario que en otros idiomas, como el inglés o el italiano, en español actual prácticamente sólo se usa en determinados casos para representar el habla coloquial.
 
Ejemplo: Si tu mal tiene remedio, ¿pa’ qué te quejas? Y si no lo tiene, ¿pa’ qué te quejas? Me quejo porque m’apetece.
 
Y ahora que lo pienso, podría darse el caso de un texto en el que se combinen el apóstrofe y el apóstrofo y, ya puestos,  la paráfrasis también:
 
Ejemplo: Ay, mísero de mí, ay, infelice / pa’qué me tratáis así / qu’es que no sé / qué delito cometí ...
           
Y llegamos a la última pareja compleja de hoy:
3. reescribir y rescribir
Reescribir es volver a escribir lo ya escrito introduciendo cambios, dándole una nueva interpretación. O sea que, sin ánimo de sinónimo, la reescritura viene a ser  algo parecido a la paráfrasis.
 
Y rescribir, aunque es una palabra en desuso, es lo que hacemos cada vez que contestamos una carta, un email, etc; es decir, rescribir es responder por escrito a una comunicación.
 
Así pues, la loca conclusión de todo esto es que podemos hacer una paráfrasis de una perífrasis y por lo tanto reescribir dicha perífrasis; que podemos también parafrasear o reescribir un apóstrofe añadiéndole unos apóstrofos, y que al rescribir una carta la podemos reescribir o parafrasear, con apóstrofos y con apóstrofes.

 

miércoles, 8 de abril de 2015

Hagan juego. El resultado


En la entrada anterior proponíamos un juego literario que consistía en hacer diferentes versiones de un texto determinado, utilizando para ello cualquier recurso lingüístico pero sin cambiar el sentido de la historia.
También establecimos un número máximo y mínimo de palabras, para que todos los textos tuviesen una longitud semejante y como marco que sirviese de referencia a los participantes.

Para mi enorme satisfacción y gratitud, han sido muchos los amigos de  este blog que han tenido la deferencia de participar en el juego-experimento, y además las versiones que han escrito, a pesar de las similitudes que obviamente han de  tener, son todas únicas, pues todas tienen  rasgos que las personalizan.
Por ejemplo, Carlos le ha dado una raza concreta a nuestro perrito; MJ ha cambiado la voz  y el tiempo narrativos; Soros le ha dado un toque de humor cascarrabias muy particular…
Hay también singulares coincidencias y otros aspectos de estas versiones que resultan curiosos,  pero ya los apreciarán ustedes y los comentaremos después en el saloncito habilitado aquí detrás a tal efecto.
En resumen podemos decir que, teniendo en cuenta que los autores de estas variaciones tenían muy poco margen de maniobra, las versiones resultan muy diferentes unas de otras y sobre todo muy creativas.

El texto original a partir del cual se han elaborado estas recreaciones es el siguiente:

«Durante todo el camino el perrito fue haciendo cabriolas, con la lengua fuera, intentando alcanzar la bolsa que el hombre levantaba y apartaba, entre risas y regañinas. 
Al llegar a casa el hombre dejó los libros sobre una mesa y fue a la cocina. Mientras, el perrito se puso a dar vueltas alrededor de la mesa, mirando hacia arriba,  como si estuviera ideando  alguna estrategia para alcanzar los libros.»

Y ahora, colocadas en el orden en que las he ido recibiendo, disfrutemos de todas esas recreaciones, interpretaciones y variaciones:

«Desde que salieron de la librería, el fox-terrier no paró de cabriolear, con la lengua entre los dientes y husmeando el paquete que su dueño le escamoteaba mientras le abroncaba divertido.
Ya en el salón del domicilio, el amo apoyó su compra encima de la consola y salió, llegándose hasta la nevera. Entretanto, el animalito merodeaba alrededor del mueble; sin apartar la vista de su objetivo, parecía planificar cómo hacerse con los ejemplares recién comprados.»
-Carlos-
***
«A lo largo del trayecto, el diminuto perro no paró de hacer volteretas, extenuado, procurando atrapar el saco que el individuo alzaba y alejaba, entre risotadas y rapapolvos. Cuando llegó al hogar, el individuo soltó los ejemplares encima de un escritorio y se dirigió al fogón. Entretanto, el can chiquito rodeó la mesa varias veces echando una ojeada hacia la parte superior, como si maquinase una táctica para atrapar las novelas.»
-Sara-
***

«De vuelta a casa, el perrito, jadeando e inquieto, caracoleaba alrededor de su dueño con el aparente objetivo de alcanzar la bolsa que este, entre divertido y molesto, intentaba poner fuera de su alcance, profiriendo suaves reconvenciones.
Ya en casa, el hombre se dirigió a la cocina, dejando los libros sobre una mesa. Entonces, el pequeño can comenzó a corretear alrededor de aquella, levantando la mirada, como trazando un plan para hacerse con aquellos ejemplares.»
***

«De regreso a casa, el cachorro iba saltando, excitado, como si quisiera atrapar el hatillo que su dueño llevaba y alzaba alejándolo de su alcance, divertido y a la vez fingiendo enfado.
Ya en el hogar, él puso el contenido del hatillo —libros— sobre el escritorio y se retiró al cálido interior. El cachorro trotaba inquieto alrededor del escritorio; parecía buscar el modo de subir y acceder a los libros.»
***
«A lo largo del trayecto, el pequeño chucho brincaba excitado, pretendiendo atrapar la bolsa que alzaba su amo y que con jocosas reprimendas le vedaba.
Una vez en su hogar, el individuo colocó sus lecturas encima del escritorio y se dirigió a la cocina. Entretanto, el animalito comenzó a rodear sin pausa aquel mueble, escrutando hacia lo alto, igual que si planeara con pericia el modo de conseguir aquellos tomos.»
***
«A lo largo del trayecto el gozquecillo, brincador y jadeante, pugnaba por atrapar el talego que el tipo le hurtaba en el aire mientras le reprendía sin fe entre carcajadas.
Llegados a su hogar, mientras él encendía el fogón, el animal rodeaba, picadísimo, las faldas de la camilla, sin quitar ojo al zurrón que el sujeto había dejado sobre ella, buscando tenazmente la manera de alcanzar los tomos.»
-Lan-
 ***

«¡Chucho malabarista, hasta babear quieres mis lecturas! ¡Enano garabito, recorte de canijos, husméale la concha a tu mamá, no profanes los clásicos! Y, mientras esto le decía, embromado, esquivó sus brincos circenses todo el itinerario.
En la vivienda, mientras él avivaba el hogar, el obstinado caniche no dejaba un momento de rondar, urdiendo el modo de llegar a la encimera donde dejó los textos.»
-Soros-
***
«En el sendero hacia el bohío él, con exagerados aspavientos, subía, bajaba y alejaba el capazo. Entre jolgorio y fingidas reprimendas, salvaba las tarascadas y lametones del caniche curioso.
Llegados a la cabaña, mientras preparaba la trébede, el chucho, cabeza levantada y rabo inquieto, no le quitaba ojo al paquete de novelas y pugnaba por alcanzar aquella cima plana, que rodeaba sin descanso, sin que su talla le diera para semejante logro.»
-Pelagalgos-
***

«Mientras recorrían la senda, el cachorro juguetón saltaba e intentaba lamer el paquete que sostenía el viejo en el aire. Él, cariñosamente y sin mucha convicción, le reprendía.
Cuando llegaron al garito, el tipo entró en la alacena y el canecito permaneció girando en torno a la base del altillo, donde el viejo dejó aquel capacho repleto de literatura, sin saber cómo llegar a él.»
-Correlindes-
***
«No hay perro tan extraordinario como el mío. Cuando salgo de Luces está esperándome en la puerta, moviendo el rabo y me parece que sonríe mientras da esos graciosos saltitos a mi alrededor. Tengo que apartar la bolsa de su lado, porque estoy seguro de que la agarraría con sus dientes y se escaparía con ella feliz de haber conseguido su ansiado botín: mi provisión mensual de libros.»
-MJ-
***

«A lo largo del sendero, el chuchillo se dedicó a hacer piruetas, sin apenas resuello, queriendo echar la zarpa al macuto que aquel señor trataba de alejar de él, regañándolo tras una sonrisa. 
Una vez en la casa, el señor dejó los libros encima de la mesa y se marchó hacia la cocina, mientras el chuchillo giraba una y otra vez en torno a ella, mirando hacia esos libros y pensando quizás en cómo conseguirlos.»
***
«Del  camino duramente el perrito sacó de una cabriola fuera su lengua por si se la levantaba al hombre apartar la bolsa regañando a su alcance.
Alrededor de los libros en la mesa el perrito dando vueltas ideando como alcanzarlos y él en la cocina de la casa.»
-Anánimo-
***
Muchísimas gracias a todos.