sábado, 26 de octubre de 2013

Palabras curiosas (y literarias)


Las palabras, ya se sabe, tienen vida propia, y por eso tienen también sus caprichos y sus manías. En el fondo son unas coquetas y todo lo que van buscando es que nos fijemos en ellas, que nos demos cuenta de lo bonitas o peculiares que son o del origen tan curioso que tienen.
Y lo cierto es que cuando les prestamos un poco de atención casi nunca nos decepcionan; siempre nos muestran algún aspecto de sí mismas que nos sorprende, nos divierte o nos asombra. Raro es que nos dejen indiferentes.
Una de esas palabras peculiares y divertidas es “bunburismo” (del inglés bunburism).  Todo el mundo conoce a ese famoso cantante de ondulados cabellos que se hace llamar Bunbury. Y casi todo el mundo sabe también que este  nombre es originalmente el de un personaje de la obra teatral La importancia de llamarse Ernesto (The Importance of Being Earnest)  de Oscar Wilde.
Pero aunque sea relativamente curioso que un músico elija como nombre artístico el de un personaje literario, más curioso es que ese personaje no exista. Porque el señor Bunbury de Oscar Wilde es una ficción dentro de la ficción: uno de los protagonistas de la obra, llamado Algernon Moncrieff, se inventa un amigo, el tal Bunbury, supuestamente enfermo y solo, y al que él va a cuidar y hacerle compañía.
Esta invención le sirve de magnífica excusa para librarse de compromisos sociales a los que no quiere acudir, y encima queda como un ángel.
Este es el literario origen del pintoresco término “bunburismo” (y del verbo correspondiente, “bunburizar”), que puede dar lugar a conversaciones más o menos como esta:
-¿Quedamos mañana a las siete para que te cuente mis problemas?
-Ay, no puedo, es que ya he quedado con Tadeo Vinn.
-¿Tadeo Vinn? Oye, esto no será  un bunburismo, ¿no?
Otra palabra que  resulta interesante  es yahoo, que da nombre a un popular servidor de correo electrónico.
Me imagino que los creadores de la cosa eligieron este nombre por su acepción más optimista y jovial, pues yahoo es sinónimo de yippee, o sea, “yupi”, o “yuju”,  una forma de expresar alegría y contento.
Según el diccionario Merrian-Webster, al que yo le tengo mucha fe, esta palabra es probablemente una alteración de yo-ho, dos interjecciones para llamar la atención de alguien, como en español decimos “oye” o “mira”.
Según el mismo diccionario, el primer registro de este uso de la palabra yahoo es de 1870. Pero el caso es que esta palabra ya existía previamente y también tiene origen literario. La inventó Jonathan Swift más de un siglo antes, cuando escribió Los viajes de Gulliver. En esta magna obra los Yahoos son unos seres de aspecto humano, primarios, ignorantes, dominados por la codicia y por los instintos más primitivos.
Por eso la palabra se usa en la lengua inglesa para designar a quien es muy bruto, vulgar, maleducado…
Llama la atención que dos conceptos tan diferentes (alegría y regocijo por un lado; persona grosera por otro) sean representados por un mismo término; y más aún que una palabra exista en el universo etéreo de las palabras y que a lo largo del tiempo otra palabra evolucione de manera que acaba teniendo la misma forma que aquella. Es curioso, ¿no?
Pues algo parecido ocurre con la palabra siguiente, que va dedicada a un diablo que ronda por aquí con frecuencia.
Se trata de dickens, con minúscula, porque no se refiere al escritor victoriano.
Este, efectivamente,  es un caso similar al anterior, en el que una palabra evoluciona, se transforma y acaba teniendo el mismo aspecto y sonido que otra con la que en principio no guarda parentesco alguno.
Esta palabra, dickens, se utiliza como sinónimo y eufemismo de devil (diablo), y es probable que sea una modificación de devilkin (diablillo).
Por eso podremos oír a algún clásico decir What the dickens…? (“¿qué diablos/qué demonios…?”)
O Like the dickens, que viene a ser “un montón”: “Me duele la cabeza like the dickens.”
Por ahondar un  poco más en lo curioso de la palabra, diremos que el  apellido Dickens proviene de Dickon, que es un diminutivo del nombre Richard, y que uno de los cuentos más famosos de la literatura gótica, escrito por Sheridan Le Fanu, se titula precisamente Dickon el diablo.
O sea que, después de todo, tal vez Dickens y el diablo no anden tan alejados el uno del otro.
Casos como estos, en los que las palabras parecen divertirse jugando a transformarse, cambiar de sentido, dar vueltas sobre sí mismas y enredarse unas con otras, me hacen pensar que algo de magia hay en todo esto y que en realidad el lenguaje no es un instrumento que utilizamos los hablantes, como creemos, sino que es el lenguaje el que nos utiliza a nosotros. Como lugar de residencia.

jueves, 17 de octubre de 2013

Liebster Blog Award


Hace unos días recibí una grata sorpresa: alguien muy amable ha nominado mi blog para el Liebster Award.
Lo cierto es que yo no había oído hablar nunca de estos premios, pero ahora sé que es un premio virtual que se concede entre bloggers a blogs de reciente creación o que tengan menos de doscientos seguidores; que la idea nació en Alemania en 2010, que hay unas reglas que seguir y que liebster significa favorito, querido, amado, encantador…
La cosa es bonita, es una cadena en la que un blogger premia a diversos blogs  y estos a su vez premian a otros. Todo ello con el  objetivo de favorecer la promoción de tales blogs.
Por eso quien recibe el premio  debe seguir  este procedimiento:
-Escribir  una entrada nombrando a quien lo nominó y hacerse seguidor de su blog
-Contestar once preguntas formuladas por quien lo ha nominado
-Indicar cuáles son sus  once nominados y comunicárselo a ellos
-Formular once preguntas para sus nominados

Y eso es lo que estoy haciendo aquí.
-Yo debo mi nominación a Zazou, del blog Bibliomanías y otros desvaríos. ¡Muchas gracias!

-Estas son sus preguntas y mis respuestas:
1. ¿Por qué lees?
Porque no puedo no leer.
2. Te quita las ganas de leer…
Un disgusto, un malentendido... me resulta difícil concentrarme en la lectura si estoy preocupada o triste.
3. ¿Cuál es tu libro perfecto?
El que me entretiene, me enseña, me explica cosas y me ayuda a pensar, como por ejemplo Matilda de Roal Dhal.
4. ¿Reconocerías que no puedes aguantar a alguna de las “vacas sagradas” de la literatura?
Sí, hay más de una vaca a la que no consigo encontrarle la gracia.
5. ¿Y te avergüenza alguna de las lecturas que te han gustado?
No, ninguna.
6. ¿Los libros tienen banda sonora?
Algunos sí. Otros solo tienen ruido.
7. Si fueras un libro, serías…
Uno breve y sencillo, como por ejemplo La cabaña del pescador, de Mary Shelley.
8. ¿Qué te empuja a escribir sobre los libros?
Escribo sobre lo que me gusta y lo que me interesa, y los libros son una de esas cosas. Además me gusta compartir aquello con lo que yo disfruto, por si a alguien le viene bien.
9. Para recomendar un libro, lo que más valoras…
La persona a la que se lo voy a recomendar.
10.¿Qué te gustaría que escribieran sobre ti?
Contando con que me daría un poco de corte que escribieran sobre mí, estaría bien que dijeran que soy agradable.
11.¿Tienes alguna meta marcada para tu blog?
Sí, que quien lo lea lo encuentre medianamente interesante y no se aburra.
 
~~~~

-Mis nominados, por orden alfabético, son los siguientes (por supuesto, nadie está obligado a aceptar el premio y por lo tanto nadie ha de sentirse comprometido a “seguir la cadena”):
 
Y mis preguntas para ellos son estas:
1-¿Qué te impulsó a crear un blog?
2-¿Qué te ha aportado el blog?
3-¿Qué libro estás leyendo ahora?
4-Si fueras un personaje de un libro, ¿quién te gustaría que fuera el autor?
5-Si pudieras salir a cenar con un personaje literario, ¿cuál elegirías?
6-¿Y con cuál no irías ni a la esquina?
7-¿Qué preferirías ser, un rey en un palacio sin libros o un pobre en un desván con libros?
8-Si pudieras viajar en el tiempo, ¿a qué época te gustaría ir?
9-¿Qué superpoder te gustaría tener?
10-¿Cuál es tu palabra favorita?
11-¿Qué es más importante, ver cosas nuevas o ver las mismas cosas con nuevos ojos?

Y ahora ¡a presumir de premio!
Muchas gracias de nuevo a Zazou, y a todos ustedes por mantener este blog activo.
 
 

martes, 8 de octubre de 2013

El porqué de un nombre


En muchas ocasiones me han preguntado por qué mi blog se llama Juguetes del viento, aunque también hay quien al oír tal título  ha elaborado su propia teoría.  Por ejemplo, en una ocasión alguien dio por hecho que se trataba de un blog relacionado con las cometas. Y otra persona me preguntó si tenía algo que ver con alguna ONG que recogiera juguetes para niños desfavorecidos.
Dos teorías muy hermosas, sin duda,  pero nada acertadas.

Lo normal es que aquellos que tienen noticia de este blog muestren cierta sorpresa y un poco de desconcierto al no acertar a imaginar, a partir del nombre,  de qué puede tratar.
También es cierto que suelen decirme que es un nombre muy bonito pero, como se verá más adelante, el mérito no es mío en absoluto.

Cuando me preguntan por qué ese título, por qué Juguetes del viento, suelo decir, por abreviar, que ese nombre se refiere a las palabras. Y si quien me pregunta es  tan amable de mostrar más interés, entonces explico que se refiere a las palabras  porque cuando decimos algo las lanzamos al aire y yo me imagino que por ahí se quedan, revoloteando, a merced del viento.

Sin embargo, el origen de este título es algo más complejo y como incluso personas muy cercanas a mí siguen preguntándome por esta cuestión, he pensado que no estaría de más que lo explicara en una entrada.
Resulta que este nombre tiene su origen en mi infancia, cuando no existían los blogs.
Yo escuchaba a mi padre con frecuencia citar unos versos que decían:
Hojas del árbol caídas
  juguetes del viento son…

y me imaginaba las hojas secas en el suelo y luego levantadas en un remolino por el viento que se las llevaba para entretenerse.
Por otro lado, un día escuché a alguien, quizá un familiar de visita, o quizá un vecino, decir aquello de “las palabras se las lleva el viento”. Y en mi mente infantil se asociaron de inmediato las hojas y las palabras, creando la idea de que el viento jugaba con las palabras igual que con las hojas caídas del árbol.
Ahí estaba ya la razón de que el blog se llame así.

Como curiosidad añadiré que al mismo tiempo y yo no sé por qué razón, al oír eso de que las palabras se las lleva el viento, también se formó en mi imaginación una estampa muy clara: un cuenco lleno de palabras en el alféizar de la ventana, y una ráfaga de viento que soplaba y las hacía salir volando...


Pero, ¿de dónde procedían esos versos que mi padre recitaba y que dieron origen a todo esto que estamos contando?
Pues no lo supe hasta años después.  
En la adolescencia me aficioné a las poesías de Espronceda, que, junto con Becquer, Poe y algunos más, respondían divinamente a mi gusto por las historias misteriosas, el romanticismo de espectros y tinieblas y los héroes que sufrían por amores desdichados. Y así,  cuando un día leí  su poema narrativo El estudiante de Salamanca, me encontré -oh, sorpresa-  con aquellos versos:
Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son.
Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón.


Muchos años después, concretamente en 2008, cuando me envalentoné y me lancé a crear este modesto blog, no me hizo falta pensar mucho para darle un nombre, porque aquella idea y aquella imagen de las palabras que el viento se llevaba para jugar nunca se había ido de mi memoria.
Así de  persistentes y poderosos son los recuerdos y las experiencias de la infancia.