lunes, 24 de mayo de 2010

Dime cuál es tu nombre y te diré cómo te llamas, I.

Recuerdo un chiste infantil en el que un señor quería cambiarse el nombre.
-¿Por qué quiere cambiarse el nombre?, le preguntaban.
-Porque cuando digo cómo me llamo, todo el mundo se ríe de mí.
-¿Cómo se llama usted?
-José Caca.
-Ah, claro. ¿Y cómo quiere llamarse?
-Antonio Caca.

Y es que, por lo visto, el nombre que nos pongan al nacer puede marcar nuestra personalidad y hasta nuestro destino.
Eso dicen, aunque yo no creo que sea siempre así.
En una ocasión tuve una alumna llamada Sherezade y al ver su nombre en la lista de clase me imaginé a una muchacha delicada, de rasgos exóticos, voz aterciopelada y andares majestuosos. Pero Sherezade resultó ser una chica grandota, desgarbada, con gafas y que vestía al estilo heavy-metal. Y  con un sentido del humor fabuloso, por cierto.
Por supuesto, nadie la llamaba Sherezade. Era ‘Chere’ para todo el mundo y así se presentaba ella misma.

Pero al parecer muchos padres modernos sí están convencidos de que un nombre corriente hará de sus hijos una persona corriente, así que se estrujan la sesera para encontrar nombres originales y llenos de significado, con los que nombrar a sus retoños.
Pero la originalidad a veces da problemas.
Conocí a un niño de nombre Israel al que su abuelo llamaba Rafael. El hombre, que estaba más bien sordo, daba por hecho que entendía mal. Y además, es que le parecía imposible que su nieto tuviera nombre de país.
También puede ser que un nombre poco frecuente o muy creativo no se entienda a la primera y haya que andar siempre repitiéndolo, lo cual es un engorro; o puede que nadie sepa cómo escribirlo y haya que estar echando mano al deletreo o a un boli; o puede que simplemente sirva de rechifla, con el consiguiente trauma-mosqueo del afectado. Que le pregunten si no a la niña Noemí, a la que sus primitos llamaban ‘Nuevemí’.

Es normal que los padres ya no quieran llamar a sus hijos Tiburcio ni Frumencio, ni Cunegunda ni Cristeta. Pero ¿por qué ha de ser mejor llamarse Yotuel que Fernando? ¿O Aroha en vez de Isabel?

Muchas veces los progenitores, en su afán de ser originales y creativos, y en su deseo de que su niño destaque sobre los demás, no se dan cuenta de lo fácil que es pasarse de la raya y caer en lo ridículo.
En esa búsqueda del nombre insólito hay quien se inspira en películas o series de televisión americanas. Pero claro, como no ven los nombres escritos y se fían del oído, pasa lo que le pasó a una familia que bautizó a su hija Sue Ellen. El problema era que lo escribían ‘Suelen’.
Por esa misma razón hay en España niños llamados ‘Yonatan’, ‘Yeremy’, ‘Yeimi’ (Jamie) o ‘Braian’ (Brian).
Lo de ponerle a los niños nombres extranjeros se da mucho en los barrios populares, donde abundan también las Jessica, Yasmín, Ingrid, ‘Reichel’ (Rachel) o Jennifer. Y ello da lugar a escenas costumbristas como la de la señora que, asomada a la ventana y a grito pelado, decía: “¡Jeniii! ¡Dile a la Ingri que se suba p’arriba!”

viernes, 7 de mayo de 2010

Premios Gamba 2010. Se nos va de las manos

Me sigue llamando la atención el poco cuidado con que se dan las noticias en nuestras televisiones, públicas o privadas.

No se presta atención al detalle, no hay un mínimo de interés por hacer las cosas bien, no se esmeran; van a la bulla y al ‘como salga’. Y eso demuestra una gran falta de respeto al público: no les importa hacer las cosas mal porque creen que no merecemos que se esfuercen en hacer bien su trabajo. O nos toman por tontos y creen que no vamos a apreciar una mala redacción, una falta de ortografía, una incoherencia, o cualquiera de los muchos errores que se comenten a diario en los medios de comunicación.
¿O será simplemente que no lo saben hacer mejor?

Hoy comenzamos con una metida de gamba de esas en las que tanto destaca el telediario de Telecinco.
Un aciago día del mes de marzo, Pedro Piqueras nos habla de un juicio. Se trata del conductor de un autocar que llevaba a bordo a un equipo juvenil de fútbol. El dicho conductor iba borracho y se le juzga "por la muerte de esa gente".
¿Esa gente? Señor Piqueras, un respeto, hombre, un poco de decoro humano y profesional.
Pero lo mejor del asunto es que después, cuando una voz en off da más detalles del caso, descubrimos que el vehículo había sido detenido por la policía y los jóvenes futbolistas recogidos por otro autocar que los llevó a su destino. O sea, que no había muerto nadie.
Así que doble gambazo: llamar “esa gente” a quienes el locutor creía víctimas mortales, y dar una noticia con un error tan grueso.
Y ahora, díganme, ¿creen ustedes que Pedro Piqueras se disculpó por el error, rectificó o hizo referencia alguna a la equivocación?
Efectivamente: no.

Otro resbalón, también en Telecinco: hablan de la cogida que sufrió recientemente el torero José Tomás, y dicen que “los médicos tardaron más de tres horas en atenderlo”. Pero no era eso. Es que estuvieron tres horas atendiéndolo, que es muy distinto.
En otro programa, hace dos o tres días, dan una noticia sobre un desprendimiento de rocas que ha sepultado varias viviendas. Dice la locutora: “Debajo de esta montaña de escombros vivían cuatro familias”.
¿Eh? ¿Vivían debajo de los escombros? Serían cuatro familias de topos, ¿no?

El mes de abril ha sido especialmente prolífico en rótulos televisimos penosamente redactados.
Por ejemplo, en un programa de TV1 nos cuentan la historia de un anciano de Granada que padece el llamado ‘Síndrome de Diógenes’,y que, a causa de tal enfermedad, ha acumulado en su casa toneladas de basura.
Sobre las imágenes del reportaje aparece un rótulo a modo de pie de foto, en el que se lee: “Más de dos toneladas de basura ha acumulado un anciano con Diógenes de Granada”.
Dicho así, parece que la basura la ha acumulado un anciano junto con un tal Diógenes de Granada, que además parece el nombre de un cantaor, al estilo Perlita de Huelva o Chiquito de la Calzada.
O sea, suspenso en redacción.

Más ejemplos. En una tertulia de Canal Sur sobre la reforma del Código Penal, leemos que “el PP se abstiene por no incluir la perpétua”.
En primer lugar, parece que es el PP el que no incluye la perpetua, con lo cual la frase queda incoherente. Y en segundo lugar, fíjense en la tilde tan mona que le colocan a ‘perpétua’.
Pues nada: suspenso en redacción y en ortografía.
Pero es que en el mismo programa ponen otro rotulito informando (es un decir) sobre la reducción de penas para algunos delitos, como “los de contra la seguridad vial”.
¿Los de contra la seguidad vial? Suspenso y sin posibilidad de recuperación.

Otro, otro. Este de Antena 3. Reportaje sobre el caso escandaloso del profesor de kárate que resultó ser un pederasta. Sobre imágenes de la casa del tipo aparece el rótulo: “Una vecina del chalé de Torres Baena asegura que allí obligaba a los menores a ver porno”.
Pero, ¿quién los obligaba? ¿la vecina?
Pues según el rótulo, sí, porque “una vecina del chalé de Torres Baena” es el sujeto de los dos verbos; así que la vecina “asegura” y la vecina “obligaba”. Es una cuestión de sintaxis elemental. De modo que otro suspenso, en redacción y en sentido común.
Para terminar, otro cartelito de Antena 3. En el telediario conectan con una reportera que está en París. Aparece el rótulo con su nombre y debajo del nombre pone “Enviada espacial”.

Pero la verdad es que no me extraña nada, porque parece que están todos en la luna…